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Agresiones sexuales: ¿Son cada vez más habituales?

Agresiones sexuales

¿Son las agresiones sexuales cada vez más frecuentes o es solo una impresión? Seguramente, hayas escuchado, visto o leído noticias los últimos meses que te han preocupado. Vamos a tratar de poner algo de luz en este tema

Estamos en un momento en el que la lucha feminista está consiguiendo un mayor altavoz. Quizá por ello, los casos de agresiones sexuales cuentan con una mayor visibilidad en los medios de comunicación, no por el hecho de que exista hoy en día un “resurgimiento machista”. Al revés, más bien se debe a una nueva educación en el seno de las familias europeas basada en la laxitud, la falta de responsabilidades, la evitación por parte de los progenitores a cualquier tipo de dificultad o frustración por parte de sus hijos, y en definitiva a darles todo lo que necesiten, casi sin pedirlo, sin merecerlo y sin agradecerlo.

Al actuar de esta manera, al apostar por una educación laxa, se ayuda a construir niños, y más tarde adolescentes y adultos, con una total falta de límites, con la sedación de omnipotencia y la idea de que todo les pertenece por derecho, sin necesidad de trabajárselo o agradecerlo. Los niños que no aprenden a frustrarse se convertirán en adolescentes que no saben gestionar ni controlar sus pulmones sexuales, pretendiendo hacer suyo todo deseo que posean, sin importar si lastiman o hieren, ya que su derecho de satisfacerse está por encima.

Si los violadores y abusadores culpables de agresiones sexuales pueden cambiar es un tema muy controvertido, ya que muchas corrientes y estudios realizados dictaminan que estos sujetos son perfectamente capaces de comprender lo que hacen y de saber las implicaciones que tienen en la emotividad de los demás. Los agresores cumplen con un patrón egoísta, narcisista y falto de empatía que les lleva a satisfacer sus deseos con su máxima «El fin justifica los medios».

 ¿Se pueden prevenir las agresiones sexuales entre los jóvenes?

La educación, y más concretamente la educación primaria, la que se da en casa a través de las figuras de referencia fuertes (generalmente los padres), es un pilar fundamental a la hora de regular los diferentes comportamientos, entre ellos, el de autocontrol de las pulsiones sexuales o el de control de impulsos agresivos.

Hoy en día, no se puede comparar esta situación al machismo arcaico y al patriarcado de hace décadas. En los modelos actuales de familia hiperprotectores, democráticos y excesivamente laxos, los niños crecen sintiendo que se merecen todo a coste 0, que tienen el derecho a disfrutar de lo que quieran sin necesidad de esforzarse por ello. De esta forma, sienten esa legitimización de la posesión, como un derecho fundamental, que pueden exigir y que obtienen, si es necesario, con el uso de la fuerza. Los comportamientos consecuentes a esta percepción de la realidad se materializan en los abusos y las agresiones sexuales violentas que podemos ver a la orden del día hoy.

Una buena estructura de base, una buena educación en casa plena de valores sociales, éticos y culturales orientará a los chavales para que sepan lo que es correcto y lo que no, las conductas respetuosas y las lesivas.

No hay que esperar a que lo aprendan a través de internet o de la televisión, ya que la responsabilidad de crear ciudadanos cívicos está en cada casa.

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