Autocontrol e Ira
¿Por que no puedo controlarme? Ataques de ira.
Todas las personas sentimos en ocasiones, descontento, frustración, enfado o indignación ante diversas situaciones, es un fenómeno universal, pero no todos reaccionamos con estallidos de agresividad.
Este fuego incontrolable puede describir tanto la rabia que proyectamos hacia los demás como la dirigida hacia nosotros mismos. A menudo conlleva la INcapacidad de NO reaccionar, es decir, que se traduce hacia el exterior en agresión y en el interior en castigo, pero ¿Por qué unos sí y otros no? ¿Qué nos ocurre?
Existen muchos motivos que pueden desencadenar la furia, como ser objeto de desaires, trato injusto, ser invadido física o emocionalmente, ser dificultado en la consecución de objetivos, ser contrariados… y aunque está muy relacionado con factores externos, como los últimamente perennes: Estrés, agotamiento físico y mental, dificultad para dormir y descansar, falta de tiempo para disfrutar, etc… la capacidad interna para gestionar los conflictos y emociones, se ha mostrado clave en el procesamiento de estos saquitos de pólvora, repentina e inesperadamente prendidos.
Este comportamiento afecta negativamente a las personas que lo producen, tanto a nivel personal (autoestima, pérdida de control, culpa…) como a nivel relacional (dificultad en la relación con los demás, distanciamiento con personas importantes como familia o amigos…) o a la vida laboral (ruptura con compañeros, subordinados, clientes, jefes…). Además, la ira fomenta la ira, por lo que precipita también cascadas de reacciones súbitas de provocación por parte de los demás.
El mito de Yu El Grande
Yu fue un emperador asiático que, siendo nombrado soberano a una edad muy prematura (13 años) tubo que enfrentarse, como muchos antes que él, a las grandes inundaciones del Río Amarillo que año tras año, desolaban todo el territorio.
Incontables veces se había intentado contener la furia de los desbordamientos mediante diques, cada vez mayores, que finalmente siempre cedían ante la virulencia de las riadas anuales. Sin embargo, Yu, ordenó que se cavasen agujeros, canales y fosas alrededor de toda la ciudad y de los cultivos. Enormes conductos y canaletas se excavaron antes de que la furia de la naturaleza hiciera presencia y todos esperaron cautelosos una vez más las inundaciones, que nunca más llegaron. Además, Yu mandó construir molinos de agua para que con la fuerza hídrica, se moliera el grano sin esfuerzo alguno. Venció al enemigo sin oponerse, capturando su fuerza para después utilizarla en su beneficio.
Es lo que en Terapia Estratégica llamamos “Crear el vacío para entrar el lleno”.
La contención de la ira lleva de forma natural a la explosión, ya sea por rebosamiento o por falta de paciencia o habilidades. Sin embargo, la canalización de la misma, la permisión de un fluir controlado, si puede permitir la liberación de su contenido sin la violencia que la caracteriza. Al contario de lo que muchos creen, el drenado paulatino y supervisado puede ser la clave para desbloquear las emociones negativas que nos consumen, sacarlas de nosotros y a la vez, no lastimar indiscriminadamente o descontroladamente fuera de nuestra voluntad. Quedárselas dentro no soluciona las cosas, ya que todo control conduce al descontrol, y toda represión conduce a la explosión.
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA DRENAR NUESTRA IRA?
- Aprender a conocernos a nosotros mismos y saber con qué cosas “saltamos más”, que nos lastima y por que.
- Gracias a ese autoconocimiento podemos aprender a identificar las situaciones “calientes” y tomar distancia cuando se activan.
- También gracias a ello podemos trabajar sobre el fenómeno de forma específica, para deshacer posibles conflictos y aprender a manejarlos, así como a disolverlos o neutralizarlos. Se trata de un proceso de maduración personal con respecto al fenómeno.
- Decir las cosas que necesitamos decir (siempre de forma asertiva y sin lastimar).
- Dedicarnos algo de tiempo diario a ocio y entretenimiento.
- Descansar lo suficiente, sueño de calidad y cantidad.
- Aprender a relajarse.
- Aprender a dar la importancia justa a las cosas, ni mas ni menos.
- Ser consciente de que no se trata de perder o ganar.
- Aprender a frustrarse de forma consciente y controlada.
Cuidamos todos los detalles de nuestros espacios para haceros sentir como en vuestra casa. Pensamos que un lugar cálido y agradable hace más sencilla la expresión de los sentimientos y problemas, facilitando así la relación terapéutica y de confianza.