El otro día mi buen amigo Jaime me hizo reflexionar. Hablábamos de un programa de la tele en donde los concursantes acaban dejándose llevar en temas de relaciones de pareja, estropeando sus vínculos para hacer nuevos, porque como ellos mismos comentan “hago lo que me nace”. “Es que me sale de dentro” . Y eso me da que pensar, porque hoy en día la gente no se junta en base a valores parecidos, no buscamos personas con afinidades semblantes o con las que construir objetivos conjuntos de futuro. No pretendemos “hacer algo “ juntos, sino que queremos a alguien que nos cuide ahora mismo y ya, es decir, que satisfaga nuestras necesidades emotivas ahora mismo, las que tenemos en este instante y mañana Dios dirá. Cómo hacen los niños. Buscamos a alguien que nos cuide, un papi o una mami que nos de calor y comprensión, que no nos juzgue y que no nos de caña. Que no nos perturbe ni nos incomode, porque a la mínima molestia suelto barco. Ya que entonces no me sirve. Yo quiero un papi que me cuide no alguien que me haga crecer. Y pensareis, no, espera, yo quiero alguien que me haga crecer pero sin presión, sin juicio, sin estrés, sin demasiada marcha, con Flow, a mi ritmo, sensible a mis necesidades, que me atienda y me comprenda en todo momento y me acicale, así como la leona hace a sus cachorros… espera, ¿así?
Y yo me pregunto, pero ¿se puede crecer sin sufrimiento? ¿Se puede aprender sin esfuerzo? ¿Se puede disfrutar sin espera?
Por desgracia, el refrán es cierto, si no te duele un poco no te va a gustar lo suficiente. Si no sufres para conseguirlo no va a ser valioso. Si no te esfuerzas no vas a disfrutarlo. Si no hay contraste no hay sentido.
La felicidad no existe sin la tristeza, no es una manera de hablar. la victoria no existe sin la derrota y la sensación de capacidad no se puede dar si no sientes que ha sido difícil lograrlo. Por lo tanto, si no puedes o no se te permite o no te permites experimentar tristeza, fracaso, error, esfuerzo, frustración, dificultad y espera es imposible sentir placer, alegría, triunfo, capacidad y fortaleza, porque cada buen atributo se nutre directamente de la experiencia contraria, de la falta de la misma para saber apreciarla, para poder sentirla y disfrutarla. Para que exista.
Así que en este Amor Liquido que llega para quedarse, en donde ya podemos reconocer cómo una nueva realidad el hecho de que las parejas de hoy duran unos 4 años, con suerte (Que es el tempo en que se enamoran y se desenamoran, el tiempo en el que bioquímicamente cesan de producirse sistemáticamente las sustancias químicas que favorecen el estar juntos para favorecer la supervivencia genética de la prole, y en donde se supone que se ha de generar el arraigo para mantener la relación más allá de la química, basado en los valores y los proyectos de futuro, no porque se estén esforzando locamente en aprender a frustrarse o a aceptarse) eso hoy no casa con las libertades personales de las individualidades de cada uno que tiene que ser siempre libre y sobre todo, feliz! Suerte.
La paradoja está servida. Y la desgracia también.
La tasa de divorcios y separaciones es abismal, la de consumo de antidepresivos y psicofármacos bate récords estratosféricos y la frustración de no alcanzar a Mr Wonderful, cosa aparentemente no solo fácil sino exigible, es generalizada . Ya ni hablemos de la Salud sexual. En esta era de exigencias en el plano de la salud sexual y la felicidad erótica en donde todos deberíamos hacer el helicóptero dos días por semana y donde según las estadísticas europeas de 2020 las parejas de mediana edad SIN problemas Y estables tienen 1,5 relaciones al mes ( lo habéis leído bien, lo repito ante las dudas, 1,5 relaciones al mes las parejas estables y sanas). Cada vez tenemos menos sexo y de peor calidad, en un mundo de exigencias sexuales y de marchitos ibéricos dándolo todo, o eso venden, y de lobas insaciables, o eso dicen.
Entonces, el caso es que ahora hacemos “lo que nos nace” “lo que nos sale de dentro” “lo que siento” asi, a “lo tengo 12 años y sigo mis impulsos porque atender a razones no tiene ningún sentido para mi”. Ya no existe el concepto de “esto no me gusta pero debo hacerlo porque me llevará a un fin superior que deseo obtener (concepto de esfuerzo y dedicación, lucha y sacrificio). La juventud de hoy en día está condenada a sufrir por miedo a sufrir. A beber sin sabor, a comer sin hambre, por miedo a no estar saciados. Lo cual les proporciona el alivio de la inmediatez pero la superficialidad de algo vacío, la imposibilidad de alcanzar algo de calidad, de sentir la profundidad del placer y de conquistar la autoestima y la felicidad. La juventud de hoy en día, con su intolerancia al dolor se crea una tumba cuyo abismo solo puede capearse con la falsa sensación de seguridad que te dan los medicamentos y la sobreprotección de la familia, que por cierto, es la que finalmente o mejor dicho inicialmente, activa todo el círculo vicioso de la evitación al dolor y al esfuerzo.
Nuestra cultura y nuestros modelos de familia hiperprotectora están haciendo verdaderos estragos en las nuevas generaciones y aunque cada adulto (técnicamente mayores de 18-21 años) es responsable de escribir su historia, la corriente nos empuja a todos.
Pronto nos veremos todos sometidos a otras generaciones de extranjeros menos blanditos, más trabajadores y competitivos que tendrán la tenacidad y la diligencia para esforzarse hasta llegar a gobernarnos como si de ovejas se tratara y nosotros, por miedo a sufrir, seguiremos quietos, en posiciones cómodas, vagos y estériles, sintiéndonos en el fondo inútiles y vacíos, espectadores de nuestras vidas mientras que otros las vivirán a tope.
Y esto señores es el panorama de “ me nace de dentro” “ he hecho lo que sentía” o “ lo sentía así”.
Suerte a todos.
Ángela Gual.