“Es imposible no comunicarse”.
Demasiada poca importancia le damos a las habilidades sociales y a su capacidad por lograr influenciar a los demás, propiciar los entornos para conseguir nuestros intereses más personales o cosechar aliados que secunden tus planes. Nuestro bienestar siempre es un objetivo primordial, y lograr el abrigo de los que te rodean, poder confeccionar confianza y complicidad social cuyo tejido te acabará sosteniendo y beneficiando, es una poderosa arma de gratificación personal.
Las habilidades sociales son una serie de hábitos a la hora de comportarse, de sentir y sobre todo de comunicarse, que nos hacen más fácil el trato con las demás personas. A través de unas buenas dotes sociales podemos comprender y ser comprendidos de una forma más amplia y precisa, y sobre todo, podemos lograr nuestros objetivos con mayor resolución y ligereza. Una persona que se siente comprendida, colaborará más con nosotros. Una persona que se sienta rechazada o juzgada, no lo hará.
Vivimos en sociedad, lo que nos proporciona muchísimas ventajas y también algunos inconvenientes. Necesitamos comunicarnos para llevar a cabo nuestras necesidades, ya que al estar inmersos entre los demás, la mayoría de las cosas dependen en mayor o menor medida de intermediarios y terceros. Por lo tanto, la forma en la que percibamos y evaluamos la realidad, las creencias en las que nos posamos o los valores que tenemos, son determinantes a la hora de ejercer una influencia concreta en la comunicación y en las relaciones interpersonales que nos rodean.
La asertividad, la empatía, la inteligencia emocional o la autoestima son conceptos básicos a la hora de hablar de habilidades sociales.
La Asertividad es la manera en la que nos mostramos capaces de defender nuestros intereses de forma honesta y ejerciendo nuestros derechos personales, sin molestar a los demás ni ofenderlos, pero mostrándonos firmes en nuestras convicciones. Comprende:
Derecho a juzgar nuestras propias aptitudes
Derecho a cometer errores
Derecho a decir «no» sin sentirnos culpables
Derecho a tener creencias políticas
Derecho a no justificarnos ante los demás
Derecho a decidir qué hacer con nuestro cuerpo, tiempo y propiedad
Derecho a ser independientes, a ser quien queramos y no quien los demás esperan
Derecho a ser tratados con dignidad y a decir «no lo entiendo».
La empatía es la cualidad de ponernos en el lugar de la otra persona y comprender su posición, aún a pesar de no compartirla, es la habilidad de comprender el punto de vista de la otra persona y respetarla.
La inteligencia emocional es la habilidad que poseemos las personas de percibir, asimilar, comprender y regular las propias emociones y las de los demás. Es decir, es la capacidad para captar lo que sentimos, darle un significado, una forma, un espacio y sobre todo un medio de expresión que vaya acorde con mis objetivos. De la misma forma, comprender las emociones ajenas y manejarlas para no salir perjudicado sino todo lo contrario. Utilizar su propia fuerza para impulsarlas hacia mis intereses. El crecimiento que se experimenta a medida que vamos evolucionando emocionalmente en cuanto al desarrollo de estas habilidades, guía nuestra forma de pensar y de comportarnos y mejora gradualmente nuestras posibilidades de éxito social y personal. La capacidad de motivarnos a nosotros mismos es un claro ejemplo de estabilidad emocional plena.
La autoestima es un conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y tendencias de comportamiento dirigidas hacia nosotros mismos, hacia nuestra manera de ser y de comportarnos, y hacia los rasgos de nuestro cuerpo y nuestro carácter. Es decir, es la percepción evaluativa de nosotros mismos. “Somos lo que creemos que somos.” Por ello, es un valor imprescindible a la hora de influenciar a los demás con nuestra comunicación. Nos reflejamos en los demás y los demás ven en nosotros lo que nosotros transmitimos, lo seamos o no.
La importancia de la autoestima estriba en que concierne a nuestro ser, a nuestra manera de ser y al sentido de nuestra valía personal. Por lo tanto, puede afectar a nuestra manera de estar, de actuar en el mundo y de relacionarnos con los demás. Nada en nuestra manera de pensar, de sentir, de decidir y de actuar escapa a la influencia de la autoestima.
Existen hasta 6 niveles de habilidades sociales según las diferentes clasificaciones:
Nivel 1 Primeras habilidades sociales. Son las más básicas instrucciones a la hora de comunicarnos efectivamente, tales como escuchar, iniciar o mantener una conversación de forma efectiva, formular preguntas adecuadas, presentarse a si mismo o a otras personas , dar las gracias y hacer cumplidos. Todos ellos son elementos primarios que generan las primeras impresiones, establecen los primeros eslabones de la confianza y generan interactividad positiva entre los locutores.
Nivel 2 Habilidades sociales avanzadas. En este caso, dichas habilidades son ya de una estructuración más desarrollada y precisan de una mayor planificación a la hora de ejecutarlas. Hablamos por ejemplo de dar y seguir instrucciones, participar, convencer a los demás, pedir ayuda o disculparse. Todos, en algún momento, hemos sido conscientes de la enorme dificultad con la que a veces nos encontramos al tener que pedir perdón por algo que hemos hecho o por tener que pedir ayuda y sentirnos en una posición de vulnerabilidad. Aprender a hacerlo con gracia y sin culpa es un arte.
Nivel 3 Habilidades sociales relacionadas con los sentimientos. Sin duda un reto de colosales dimensiones. Nos referimos a conocer y expresar los propios sentimientos, comprender los de los demás, enfrentarse al enfado del otro, y lo más difícil todavía, expresar afecto, resolver el miedo o recompensarse a uno mismo.
Nivel 4 Habilidades alternativas a la agresión. Conocer y saber usar otras opciones a la provocación, sin duda, nos va a sacar de más de un aprieto. Nos referimos a pedir permiso, compartir, ayudar a los demás, negociar, responder a las bromas, defender los propios derechos, ejercer el autocontrol o resolver los problemas sin peleas.
Nivel 5 Habilidades para hacer frente al estrés. Básico en nuestros días, en los que el estrés y la ansiedad crecen sin control a medida que van pasando las horas. En este apartado englobaríamos la formulación y resolución de quejas, mostrar deportividad después de un juego, resolver la vergüenza, arreglárnoslas cuando nos dejan de lado, defender a un amigo, responder a la persuasión y al fracaso, enfrentarse a mensajes contradictorios, responder a acusaciones o hacer frente a las presiones del grupo.
Nivel 6 Habilidades de planificación. Nos referimos a tomar iniciativas, esclarecer el origen de un problema, concretar objetivos, priorizar la importancia de los problemas o tomar decisiones.
¿Queréis saber como desarrollar cada uno de estos niveles? próximamente entramos en detalles.
Ángela Gual.