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Las agresiones sexuales es un tema que por desgracia, está muy a la orden del día últimamente. En este caso, hemos estado comentando un bochornoso suceso que ha acontecido esta semana en un Centro Geriátrico de Palma. Un cuidador ha violado a una señora de 94 años de edad.
Una de las grandes dudas era si este hecho se ha dado por la gran diferencia de edad,ya que el cuidador tiene tan solo 27 años de edad.
En nuestro caso, existen dos grandes posibilidades, por un lado, que el agresor tenga este fetiche, es decir, que se sienta excitado sexualmente por las mujeres extremadamente mayores y este haya sido el principal movil de su acción depravada.Por otro lado, y mucho más usual, es el hecho de que este hombre haya visto la posibilidad de acceder al objeto de su deseo,es decir,a tener relaciones sexuales, a través del abuso de una persona mayor, muy mayor, que no va a oponer resistencia, ya que carece totalmente de fuerza, y que además, tampoco va a denunciarlo,ya que su senilidad está muy avanzada. Quizás también en este sentido jugaba a favor del agresor el hecho de que una mujer y especialmente por la época en la que ha vivido en términos socioculturales, puede sentir una vergüenza desmedida por los hechos acontecidos que le lleven a no declararlos, una culpa y un sentimiento de impotencia que la limiten a la hora de denunciar.
Es lo que llamaríamos un agresor oportunista.
En cualquier caso, los rasgos que definen a este individuo son los del perfil psicopático. Un hombre sin demasiada o nula empatía, ya que con tal de satisfacer sus deseos, no duda en abusar de otros, lastimarlos y pasar por encima de los límites que impongan estas personas. Hacerles daño, aquí aparece un componente sádico, un elemento de poder en el cual este sujeto disfruta del abuso de poder, de saber que puede y de hecho ejerce su superioridad física para perpetrar el crimen despojando a su víctima de su dignidad y capacidad de defensa. Esto nos lleva también a percibir una persona cobarde, ya que se aprovecha de quien puede no de quien quiere, y por último, hablamos de una persona débil, con complejos, que tiene que realizar estos actos macabros ya que muy posiblemente se vea rechazado por otras mujeres a las que no puede acceder por su falta de habilidades, y de las cuales no puede abusar con tanta facilidad, y como cobarde que es, tampoco se atreve a agredir a alguien más fuerte que una pobre nonagenaria.
Además, también podemos apreciar en las primeras reacciones del sujeto, cómo es perfectamente responsable de sus actos, ya que no ha confesado hasta que su compañera de turno, que lo pilló «in fraganti» lo ha denunciado, tres días después.
Sin hablar de la maniobra manipulativa típica de este tipo de cerebritos, el hecho de que haya comentado en el hospital ideas de suicidio y angustia extremas, me atrevería a decir, no por desequilibrio mental sino como atenuantes para despistar en el perfil psicológico y en la responsabilidad de los hechos. Una maniobra digna de cualquier psicópata que se precie.
Por último comentar que las víctimas de agresiones sexuales y más aún de violaciones, en términos generales pueden desarrollar síndrome de estrés postraumático, depresión, diversos trastornos de ansiedad y fobias relacionadas con los entornos o con cualquier tipo de creencia que se propicie del momento de la agresión. A todo esto hay que sumarle, que a la edad de la víctima, la sensibilidad de esta es mucho mayor, la percepción de inseguridad y de autodefensa queda muy aminorada y por lo tanto el miedo a la exposición se ve acentuada.
También diversos estudios han demostrado que existe una correlación muy significativa entre este tipo de abusos y la aceleración de las demencias, la senilidad y el alzheimer, por lo que estas enfermedades mentales se ven acentuadas al vivir expreiencias tan traumáticas.
Ángela Gual