Están en nuestras vidas. Forman parte de nuestro día a día, de nuestra rutina y de nuestro tiempo libre. Pero también del de nuestros hijos y eso puede ser un peligro. ¿Somos conscientes de la adicción a las redes sociales en los niños? ¿Cómo puede llegar a formarse? ¿Cómo debemos afrontar este problema?
Ya os explicamos en un artículo anterior en este mismo espacio cuáles eran los peligros de las redes sociales, por qué nos pueden enganchar tan fácilmente. Pero si los adultos estamos expuestos, los más pequeños corren todavía más peligro, ya que estamos hablando de individuos que todavía no están suficientemente formados.
Por lo tanto, para poder ayudar a nuestros hijos, lo primero es conocer a qué nos enfrentamos, pero también educarlos con ejemplos tangibles. Si nosotros caemos presa de los smartphones con facilidad, ellos también lo harán. Si nosotros mostramos autocontrol, ellos también podrán desarrollarlo. Si usamos nuestros dispositivos para que no molesten será una puerta de entrada al desarrollo de una adicción a las redes sociales.
En este sentido, la adicción se enmarcaría en las llamadas adicciones psicológicas, no químicas, ya que estas últimas son aquellas que se crean por el abuso de sustancias químicas o nocivas, como pueden ser el tabaco, las drogas o el alcohol y, en general, cualquier otra que pueda provocar un vicio y un deterioro en nuestro organismo, afectando a la salud física.
La adicción a las redes sociales en niños puede descender su nivel de atención
Uno de los grandes peligros de la interacción con pantallas en edades tempranas es que los cerebros de los más pequeños se desarrollen de una manera menos creativa, fomentado, entre otras cosas, la inactividad y la pasividad. ¿Sabías que los niños que usan excesivamente teléfonos y tablets son más propensos a exhibir unos niveles de atención y concentración más bajos?
No podemos olvidar que las aplicaciones móviles o las redes sociales están diseñadas para un uso que no requiere concentración. Por lo tanto, su abuso invita a “desentrenar” nuestro cerebro, un órgano diseñado para tomar decisiones y resolver problemas de manera constante.
Las consecuencias directas de una adicción a las redes sociales en niños son, por ejemplo, un acusado déficit de atención, problemas escolares, trastornos del sueño y alimentación o, incluso, problemas de ansiedad y depresión.
¿Qué podemos hacer para ayudar a nuestros niños a gestionar las redes sociales sin engancharse a ellas?
Lo primero y como hemos dicho antes, un buen modelo marcará la diferencia. También un control en cuanto a dosificación gracias al cual tengan una limitación en tiempo, espacios y momentos, para que puedan verse capaces de no utilizarlos (cómo el tabaco en los aviones o en las salas de cine) les ayudará a conocer claramente los límites y por lo tanto a no entrar en discusiones sobre el uso de los móviles, tablets etc.
No hay que olvidar que somos responsables de su seguridad, no solo moral sino legalmente, por lo que no debemos permitir que nuestros hijos tengan perfiles en redes sociales hasta la edad legal permitida (14 años). Lo que ellos suban a internet pasa a formar parte de otros dueños y se nos puede volver en contra en el futuro.