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La Entamofobia, o lo que es lo mismo, el miedo a las puertas abiertas, es un tipo de fobia relacionado con la creencia de que una puerta cerrada nos da la seguridad que necesitamos para estar protegidos y tranquilos. La idea surge de que un entorno cerrado es un entorno en donde existe más control, mientras que si una puerta permanece abierta, es más impredecible supuestamente que pueda atravesarla alguien sin que tengamos un preaviso. Por supuesto y como todas las fobias, esta creencia no tiene ningún tipo de sustento científico, ya que una puerta cerrada no siempre es sinónimo de seguridad, especialmente si existe el riesgo de incendios o intoxicación por gases, como nos explica nuestro compañero.
Las fobias son miedos irracionales o desproporcionados que nos incapacitan a la hora de enfrentarnos a según qué situaciones. Cuando tenemos miedo de que algo ocurra, en algunas ocasiones decidimos evitar esas situaciones o los objetos o compañías que nos dan miedo. No somos conscientes del efecto real que tiene nuestra acción, porque la sensación inmediata que percibimos al evitar algo que tememos es el alivio, la idea de «esta vez me he salvado» pero la verdad es que detrás de este comportamiento de evitación hay un mecanismo mucho más perverso y sutil que nos dice que lo hemos evitado porque no somos capaces de afrontarlo, porque no podemos hacerlo además de que lo hemos evitado porque realmente era muy peligroso y así nos hemos salvado de dicho riesgo.
Por lo tanto, una vez evitada una situación temida, la próxima vez que tengamos que enfrentarnos, recordaremos ese mensaje de que no somos capaces, y de que incluso, era muy peligroso, por lo que nos resultará más difícil enfrentarnos que la primera vez.
Por lo tanto, y hablando del miedo a las puertas abiertas, el procedimiento es similar. Cuando yo cierro una puerta porque pienso que así estaré más seguro, confirmo mis propios miedos de que es peligroso dejar la puerta abierta y de que es mucho mejor así. De esta forma, la próxima vez que tenga que decidir si abierta o cerrada, me costará mucho más dejarla abierta porque la reacción anterior de cerrarla me ha inducido a sentirme más inseguro, más en riesgo si ahora la dejo abierta, por lo que no tendré elección y tendré que cerrarla si quiero estar tranquilo.
Las fobias se pueden crear de diferentes maneras; por ejemplo, una forma de darles forma es por una mala experiencia puntual que hemos extrapolado a diferentes situaciones de la vida cotidiana. Otra manera de desarrollarla, es través de imágenes, películas, visitando del telediario o incluso, la narración traumática de un amigo, compañero o conocido, que explique algo que nos impacte, que nos traumatice, como para empezar a evitar según qué situaciones o comportamientos. También es un aprendizaje vicario, es decir, si en casa, a través de la socialización primaria, has aprendido a través de la observación de cómo se comportan tus padres o las figuras de referencia, que según que objetos, situaciones o comportamientos son peligrosos, será como una semilla que enraíza en tu mente y crea una creencia de lo que es y lo que no es peligroso, y posteriormente actuaremos en consecuencia. Por eso, si nuestros padres son miedosos, la probabilidad de que nosotros también lo seamos es alta, ya que conocemos inicialmente el mundo a través de sus ojos y de su percepción, que nos inculcan como realidad.
Ángela Gual.