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Participación de la psicóloga Ángela Gual en el análisis del perfil psicológico de los mayores criminales de la historia, en el Programa “La Noche” de la COPE, de la mano de Adolfo Arjona, en el cual narran, a través de diferentes especialistas, interesantísimos casos de criminales, que sacudieron al mundo.
Por lo que podemos saber de este hombre, el primer gran impacto emocional que sufre es el suicidio de su padre, que por necesidad tiene que marcarle fuertemente ya que es solo un niño.
No sabemos muy bien por que motivos decide alistarse en el ejército e ir a la Guerra de Vietnam, en dos ocasiones, la segunda, de forma voluntaria, pero lo que si sabemos es que tras su vuelta de la guerra se ha convertido en una persona muy antisocial, con importantes restricciones y dificultades a la hora de relacionarse con los demás. Vemos que culpa de estas carencias a la madre, con la que no solo parece tener una mala relación sino que da la sensación de que va mucho más allá. Quizás la culpa de la muerte de su padre, o de no haber sido un niño cuidado, pero tiene comportamientos agresivos contra ella, de desprecio y maltrato, a lo largo de su vida adulta, que muestran ese dolor.
El perfil psicológico que desarrolla Elías es claramente psicópata, con componentes paranoicos y dentro de un marco obsesivo con compulsiones de limpieza.
Ya de joven Elías apunta maneras cuando se dedica a introducir alfileres en el interior del cuerpo de un loro que tiene su vecino y que no le agrada. Esto denota crueldad manifiesta y falta de empatía, de culpa y de sensibilidad por la vida ajena. También el hecho de que sea capaz de golpear a la madre de forma reiterada nos desvela este perturbador perfil. La llamaba ante los vecinos “Esa señora”, de forma impersonal y peyorativa.
De forma trasversal podemos observar fuertes rasgos obsesivos en la rigidez con la que se relaciona con el mundo. Es muy perfeccionista y maniático. Sistemático, inteligente, aplicado y compulsivo. Extremadamente puntual y serio en el trabajo. Muy reservado y celoso de su vida privada, que no osó compartir con nadie, debido a la dificultad que debía tener para expresar emociones o ser empático y recíproco.
Apreciamos todos estos rasgos, por ejemplo, con el hábito de no permitir a su madre compartir el baño por un tema de higiene y seguramente de castigo. También observamos esta rigidez cuando saca del banco todo su dinero, unos 42 mil pesos, y redondean a la baja unos cuantos céntimos, que exige acaloradamente. Se denotan las compulsiones de limpieza cada día cuando necesita limpiar a fondo su pantalla y teclado antes de ponerse a trabajar.
Hablamos de un componente paranoico ya que de forma continua estaba preocupado por su seguridad al caminar por las calles de la ciudad, de hecho, se iba pronto a casa, para asegurarse de que no le robaran al caer la noche. También descolgaba el teléfono por miedo a los secuestros… Estos datos nos indican que Elías tenía siempre la sospecha de que un enemigo oculto podía aparecer en cualquier momento. Este tipo de comportamientos no es raro en un veterano de guerra, ya que el estés postraumático que genera la situación vivida en terreno de combate pone en alerta los sistemas de supervivencia de forma permanente y patológica, incluso cuando ya no hay peligro real.
Todos estos parámetros se cultivan lentamente para generar en Elías un estado, que en un momento dado se permite liberar con la masacre que produce. Un acto terrible digno del monstruo que lo ejecuta.
Ángela Gual