En la comunicación existen siempre y como mínimo, dos sujetos, que se interrelacionan a través de sus gestos y palabras. Existen diferentes actuaciones que podemos hacer, según estemos ejerciendo el rol de oyente o el de hablante, que favorecen la apertura, la aceptación y negociación amistosa. Estas actitudes, sin lugar a dudas, harán que nos acerquemos más a nuestros objetivos, de forma agradable y satisfactoria.
“El arte de la seducción así como el de la sugestión, nos permiten alcanzar metas que de otras maneras no soñaríamos ni tocar.”
Actitudes que favorecen la comunicación:
Por parte de la persona que habla (el emisor):
– Es importante expresar tu opinión de forma clara y coherente. Si te andas con rodeos parecerá que intentas vender algo que ni tu mismo crees. Adaptarnos al nivel de comprensión de los demás también es vital para que nos entiendan, así como adaptar el vocabulario a su argot, para mimetizarnos con ellos y que sientan familiaridad. Si nos clasifican como similar a los de su grupo, su nivel de apertura aumentará y su esfuerzo por compenetrarse con nosotros será mayor.
– Explica tu juicio al grupo y los motivos por los que piensas así. Define tus criterios para dar seguridad a tus argumentos y aumentar la credibilidad y confianza de tus oyentes en tu discurso.
– Recalca la idea principal de tu pensamiento. Trata de expresar tus opiniones y sentimientos sin tratar de imponerte al grupo. No es la única visión posible sino la que tu deseas defender. Utiliza expresiones como «me parece», «pienso que … ». Ejemplifica tus ideas y aclara las dudas que aparezcan.
– Si no tienes nada que decir, no hables. Es preferible mantenerse en un silencio atento o simplemente exponer los motivos por lo que no ves clara la cuestión que estáis tratando que arremeter contra los otros o discutir sin argumentos estables.
– Esfuérzate por ser objetivo, reconociendo las aportaciones positivas del razonamiento de los demás. Si te niegas a aceptar los discursos de los demás, ellos no querrán escuchar los tuyos. Acéptalos y trata de agregarlos a tus argumentaciones para añadir tu proyecto en lugar de luchar contra el suyo. Utiliza expresiones como «tienes razón, además añadiría que…», «es cierto lo que dices, es compatible con el hecho de … ».
– Respeta a los demás y trata de no herir sus sentimientos. La mejor victoria se logra en la batalla que no se llega a combatir.
Defectos que dificultan la comunicación.
– No has pensado bien lo que quieres decir. No organizas tu pensamiento e improvisas sobre la marcha y en desorden. Te aseguro que en algún momento (por no decir en todos) se notará, lo cual demuestra desinterés, falta de motivación y poca importancia de lo que tienes que plantear.
– Si te expresas sin tener en cuenta si los demás te entienden o no, tienes un problema y grande. Además de parecer prepotente y altivo, nadie va a aceptar tus propuestas si no son capaces de comprender lo que quieres vender. Además, contra más diferente te vean a ellos, más dificultades tendrás para que acepten tus ideas. .
– Si te extiendes en detalles, aclaraciones, ejemplos, etc. sobre el asunto que tratas, y la idea principal de lo que quieres expresar queda diluida en medio de un aluvión de detalles, no estarás siendo un comunicador efectivo y por lo tanto, fracasarás en tu afán de influenciar a los demás.
– Si te fijas sólo en tus propias ideas y propuestas, parecerás pretencioso y egocéntrico. Si no integras las ideas de los demás participantes, no esperes que cuenten contigo ni que apoyen las tuyas. Sentirse excluido no facilita la aprobación.
– Si presentas tu opinión de una manera agresiva al grupo, necesitas intervenir en todo momento, llamar la atención del grupo, aunque no tengas nada que decir o no veas claro el tema, solo demostrarás dominancia y falta de liderazgo asertivo.
– Si respondes al otro, no porque pienses distinto que él, sino porque no sintonizas afectivamente con él, lograrás enfrentamientos gratuitos contrapuestos al objetivo de tu campaña.
– Si hablas para atacar a otro, poniendo de relieve ante todo los fallos, te muestras agresivo e infantil. Si al hablar hieres la sensibilidad y los prejuicios de los demás, se pondrán a la defensiva y te rechazarán.
Por parte de la persona que escucha (el receptor):
Actitudes que facilitan la comunicación:
– Permanece constantemente en una actitud de interés, atención y actividad. Aprovecha al máximo el tiempo de escucha. Mira a los demás mientras hablan con muestras de atención o interés.
– Pasa por alto los pequeños defectos del comunicante y fijate ante todo en lo que dice, sus razones, sus aportaciones, sus sentimientos.
– Busca ante todo comprender al otro, sus puntos de vista, sus razones, sus sentimientos, antes de refutar sus ideas.
– Adopta ante el otro una actitud de aceptación cordial de su persona, de empatía. Intenta comprenderle y ponerte en sus puntos de vista.
– Muestrate confiado. Intenta ser objetivo. Evita los prejuicios.
– Si te parece normal que los demás piensen de modo distinto a ti lograrás mayor integración en el grupo y mayor apoyo. Más aún, si te parece que el grupo se enriquece cuando se aportan puntos de vista distintos sobre un tema habrás logrado dar una imagen de éxito y seguridad que seguro admiran.
– Acepta las ideas y soluciones que los demás proponen cuando el grupo ve que son buenas, aunque sean distintas de las tuyas o aunque tengan consecuencias que te causen molestias.
Defectos que dificultan la comunicación:
– No prestar atención. Distraerte con facilidad. Dar muestras ostensibles de aburrimiento.
– Atender sólo a los tics, repeticiones, defectos de dicción, etc. de los demás, y reaccionar ante ellos incluso ostensiblemente. En todo caso, no captar las ideas ni los sentimientos de los demás. Un tremendo error.
– Preocuparse ante todo de buscar los fallos del razonamiento de los demás. Que tu objetivo sea refutar al otro. Quedarás como un buitre competitivo.
– Oír al otro pensando la respuesta y preparándola mientras habla en lugar de escucharle realmente.
– Buscar dobles intenciones en lo que los demás dicen. Dejarse guiar por los
prejuicios.
– Rechazar toda oposición a tus puntos de vista. No aguantar que haya personas que piensen de modo distinto a ti.
– Resistirte a aceptar que los demás tengan razón o que las soluciones que proponen sean mejores que las tuyas. Que te moleste que los demás tengan mejores ideas que las tuyas.
Definitivamente, tanto el lenguaje verbal como el no verbal son potentes herramientas que nos ayudan a influenciar a los demás en la comunicación que ejercemos sobre ellos. De la misma manera que una cobra hipnotiza a sus observadores mientras se prepara para culminar unos objetivos más glotones y oscuros, nosotros tenemos estrategias que, bien utilizadas pueden dotarnos de poderes sugestivos para captar una mayor atención positiva sobre nuestras argumentaciones e intenciones. ¿Por qué no usarlas?
Ángela Gual.