Últimamente nos están bombardeando con la idea de que debemos ser felices a toda costa. Es una idea que me resulta ciertamente curiosa, especialmente en la dirección en la que va encaminada nuestra Sociedad, cada vez más individualista y egoísta. Quiero decir; ¿se puede ser feliz solo? ¿sin los demás quiero decir? Todos conocemos el sabio aforismo chino “ Si caminas solo irás más rápido, si caminas acompañado llegarás más lejos”. ¿Y qué tiene que ver lo rápido con lo placentero? Porque… lo que se consigue velozmente nunca fue valioso ¿verdad? Entonces y retomando, ahora que las personas cada vez somos más interesadas en auto-abastecernos y más despreocupadas por lo que les pase a los demás, que fomentamos la independencia extrema y en consecuencia inevitable el aislamiento, ¿de verdad creemos que vamos a lograr ser más felices por el hecho de que podemos elegir de forma unilateral todo?
Es más, siendo así de egoístas y por lo tanto, dañando a los demás, porque siempre hay daños colaterales cuando solo miramos por nosotros mismos, ¿vamos realmente a generar autofelicidad de calidad, de la que sacia y llena hasta reventar? ¿Vamos a lograr las metas que nos proponemos? ¿Alcanzar nuestros sueños más codiciosos? ¿Y no queremos compartirlos con nadie? ¿Ni que nadie los vea? ¿O los refuerce/admire/contemple/alague? ¿A caso no somos ya humanos?.
Tengo la sensación de que estamos metidos en una trampa hasta las cejas. Porque deseamos ir a nuestro rollo para hacer lo que deseemos y así satisfacer nuestro egoísmo por completo. Así creemos que lograremos ser felices. Sin embargo, necesitamos de los demás para realizarnos a nosotros mismos ya que somos animales sociales, gregarios y precisamos del reconocimiento para identificarnos a nosotros mismos. Para existir, debemos existir para alguien. Es una necesidad básica e que los demás nos reconozcan. La verdad es que el placer en solitario nunca es completo, y al final se transforma en una renuncia a un placer más elevado, el compartido.
Porque contemplar las más bella puesta de sol sin poder enseñársela a alguien a quien amas está entre estremecedor y desolador.
Esto me lleva a otra reflexión: solo comportándome egoístamente puedo convertirme en un buen altruista, porque la única manera de enriquecerme plenamente, de alcanzar la felicidad, es haciendo estar bien a los demás, cuidándolos y dándoles todo lo que yo tengo.
Según el filósofo noruego Jon Elster, el “Egosíta de Éxito” es aquel que inicia su jugada ofreciéndose a los demás, dando su apoyo y sostén, proporcionando su disponibilidad ya que todo lo que le volverá será mucho más de lo que él dio.
Por lo tanto, el dar es una estrategia maestra a la hora de recibir ya que en la mayoría de las ocasiones, con poco, se acaba obteniendo mucho.
Hay que puntualizar que cuando los demás perciben que das exclusivamente para recibir el encantamiento se rompe y quedas completamente rechazado. La magia de la amabilidad, su poder en relación al efecto que genera en los otros nace en lo genuino de su naturaleza. El placer que proporciona a los demás dicha generosidad provoca un efecto boomerang que retorna elevando nuestro sentimiento de deseabilidad socialque a su vez, mejora nuestro bienestar y nuestra autoestima.
La SOLEDAD es uno de los grandes males de estos últimos años y no es raro, por la dirección que está tomando nuestra Sociedad, como he comentado al inicio del texto. Somos egoístas e individualistas, y eso nos hace ir solos por el mundo pensando que no necesitamos de nadie para lograr todo lo que queremos, y con cada paso que damos, nos vamos alejando más de la gente, aislándonos más de todo y de todos, con nuestros ordenadores, móviles y tablets. Ligados a los Social Media, como si fueran nuestros amigos, familia y pareja, a los que dedicamos desde luego muchísimo más tiempo y atención. Nos aislamos señores, hasta sentirnos SOLOS, desesperadamente solos, cuando toda la magia de la Humanidad está en una sonrisa, en una mirada, en compartirlas con los demás.
“Quien quiere tener ha de empezar dando” Lao Tze.
Ángela Gual.